martes, 27 de diciembre de 2011

TORONZUÉ, 2268 m. Circular desde Linás de Broto.

Toronzué es otro de esos montes de flysch que lo tenemos al lado de casa. Son ideales para días en los que no se puede (o no se debe) subir más arriba por las condiciones meteorológicas y/o nivológicas, como era el caso. Pero había que salir. El anticiclón de las azores y los langostinos todavía bailando dentro del estómago invitaba el primero y exigían los segundos que fuéramos a andar. Así que preparamos una ruta circular elegante. Después de aparcar en la plaza de Linás, cogemos una calle en subida a la izquierda del albergue el Último Bucardo . Enseguida se convierte en un camino ganadero, perfectamente empedrado. A los pocos metros debemos coger el desvío de la izquierda que sigue toda la cresta de una larguísima arista que baja desde el túnel de Cotefablo. La zona por la que andamos se llama la serreta y a Zercosa. Topónimos que dejan bien claro lo que nos vamos a encontrar. Ambos vienen del latín el primero de serra y un sufijo diminutivo y el segundo de quercum "roble" más un sufijo abundancial. Es decir, en esta primera parte se anda por una pequeña sierra cubierta de robles o caxicos o quejigos o quercus cerrioides, que viene a ser todo lo mismo. Aquí nos coje el sol y nos anuncia que va a ser un día cojonudo. De hecho, a las ocho de la mañana, estamos andando de manga corta. Estamos, queridos y queridas amiguitos y amiguitas a 26 de diciembre. Yo, cuando veo esto y pienso que hay gente que clama por que se amplíen las estaciones de ejquí y por que se hagan nuevas, me descojonaría si no fuera porque el dinero para hacerlo será tuyo y mío.
En apenas una hora llegamos casi a la altura de Cotefablo, en la divisoria de aguas entre el Gállego y el Ara. Aquí giramos a la derecha, con el monte ya a la vista, para enfilar una larga arista herbosa. Hay tres cotas que hay que subir y bajar. A saber, Punta Gabardús (1685 m.), Monte Torzedor (1914 m.) y Tozal de las Planas (1962 m.), antes de llegar a Toronzué en el que nos plantamos, previo almuerzo al sol, en poco menos de tres horas. Las vistas, como desde todos estos montes, espectaculares hacia el sur. Hacia el norte, tenemos a tiro de piedra las laderas de Tendeñera. En la cima en manga corta. Seguimos la arista hacia el norte. Aún hay que subir y bajar otras tres elevaciones hasta llegar al collado por el que vamos a bajar hasta el valle de Soaso. No confundir con el Soaso de Ordesa, aunque ambos tienen la misma etimología. Probablemente procedan de una lengua indoeuropea en el que sasso significa "monte pedregoso" y el prefijo so "debajo de". Tanto el de Ordesa como éste se adaptan al terreno como un guante "Lugar situado debajo de un monte pedregoso". Acojonante lo de la toponimia ¿Ehh? Se han conservado topónimos que surgieron hace más de 4000 años. Pa flipar. Con estas cavilaciones, después de pasar la punta Pastorón y las dos de Navariecho, llegamos a un collado que es, ya es casualidad, el único lugar donde hay nieve abundante. Aunque el terreno es muy empinado, bajando con cuidado nos plantamos en el fondo del valle en muy poco tiempo. Nos salen cuatro sarrios al lado. El yeti, mira que es gilipollas que no aprende, se lía a perseguirlos. En menos de lo que cuesta contarlo ya están en el otro lado de valle y el perro, con la lengua que se la pisa, vuelve otra vez hacia nosotros. Si algún día pilla alguno (que no creo) ese pagará toda la frustración que debe llevar de años acumulada el chucho éste.
A media ladera llegamos una borda, muy bien conservada donde vamos a comer. Al abrirla vemos que está llena de sillas, mesas, barquillas y jarcia variada. Parece el almacén de la tasca Manolo. Nos sacamos dos sillas al sol, comemos como marqueses y nos vamos pitando porque nos está entrando un jamakuko que paqué...como nos quedemos allí, nos echamos una siesta que se nos hace de noche. Ya me pasó, en este mismo lugar hace muchos años. Habíamos subido al pico de Otal y a la bajada nos echamos una siesta al lado del coche. Nos despertó el frío ¡A las 11 de la noche!. Entonces no había ni móviles ni hostias. Cuando llegamos a casa nuestras sufridas familias estaban ya organizando nuestro rescate y posterior funeral. Claro que lo tenían jodido. Siguiendo las más elementales normas de prudencia, no habíamos dicho a dónde íbamos y no sabían por dónde empezar a buscar. Nunca se me olvidará la cara de mis padres cuando me vieron entrar por la puerta. No sabían si hostiarme o abrazarme. Así pues, después de constatar, una vez más, las virtudes hipnóticas del paraje en cuestión, cogemos un camino que baja hacia el barranco, el recién nacido Sorrosal, que cruzamos por un bonito puente, llamado de la Mercera. Siglo XVI o XVII, diría yo.
A partir de aquí, solo tenemos que seguir un precioso camino, tapizado de hojas secas, con paredes a los lados cubiertas de musgo y líquenes que nos lleva, sin pérdida, otra vez a Linás.
Más de 1250 m. de desnivel acumulado, más de 20 km andados en siete horas, incluidos almuerzos, comidas y jamakukos. ¿Nos hemos ganao una galimba? ¡por supuesto que si!
Hala pues...

4 comentarios:

Marian dijo...

joer q dia tan bueno!! me alegro q lo disfrutaras. Saludos, J

Ritxi dijo...

JM, sabes algo interesante acerca del puente de la Mercera?
gracias

J. M. N. dijo...

Pues no...si no es lo que ya han publicado en la página de cañones y barrancos:
http://www.barranquismo.net/paginas/barrancos/barrancos_fuebas_sarriesas_abozo.pdf

Ritxi dijo...

Pues ná, a volver al ultimo bucardo, a ver si saben algo interesante sobre el puente.
gracias