lunes, 30 de julio de 2012

ANAYET, 2547 m.

Otra vez en el Anayet. Pero esta vez no fue igual que las demás...no he subido yo solo dejando el perro atao al inicio de la cadena ni hemos subido los amigotes de siempre. Hoy hemos tenido una compañia especial. Marta vino desde sus soleadas tierras mediterráneas a conocer el Piri y uno, que le tira todavía la vena de guide aunque ya esté jubilado de esos menesteres, le preparó un intenso y compacto calendario de actividades para cinco días. Ordesa, Iglesias prerománicas y románicas, visitas nocturnas...y para fin de fiesta y despedida un pico emblemático, de esos con el punto justo de belleza y dificultad para que no te dejen indiferente. Sin duda, al Anayet hay que subir, por lo menos, una vez en la vida.
Así que salimos de Biescas a las siete y media Marta y yo en un coche y Pol con los dos crios-sarrio en el otro. Nos plantamos en poco tiempo en el Corral de las mulas donde aparcamos y empezamos a andar.
Día precioso, con una temperatura ideal. Media hora por asfalto nos dejan en las aberrantes instalaciones de Anayet. Allí, durante ocho o nueve meses al año, yacen sin vida hierros, maquinaria, cables, basura y un enorme edificio que trata de imitar, sin conseguirlo, arquitectura de montaña más propia de los Alpes que del Pirineo. Hoy, en vez de ejkiadores, son las vacas las que campan por doquier.
Afortunadamente, nada más pasar el edificio y el gigantesco parking, cogemos el camino que nos lleva, por la orilla del barranco de Culivillas, a bordear la punta de la Garganta y, subiendo el umbral rocoso que represa (o represaba) a los ibones de Anayet plantarnos en el llano donde se abren los horizontes. El protagonismo allí es, sin duda, para los dos volcanes pérmicos; el Midi d'Ossau y el pico de Anayet a donde pretendemos subir pese a las dudas iniciales de Marta ¿allí se puede subir? ¿de verdad?. Poca gente para el día que hace...sin duda hemos madrugado mucho. Paramos a echar un bocao mientras comentamos lo poco que les queda a estos ibones. Recuerdo perfectamente la existencia de, al menos, tres lagos. De hecho, en cualquier mapa todavía salen los tres. Bueno, pues de esos, subsiste el situado más al norte. El central está colmatado más de la mitad y el situado más al sur a desaparecido para convertirse en una turbera. Una vez desayunados, cogemos el camino que se dirige al collado entre el vértice y el pico. Dejamos ya las verdes y bucólicas praderas para meternos en un mundo mineral donde destacan las areniscas y conglomerados rojizos propios de estas zonas volcánicas.
Al collado llegamos enseguida. Se abren todavía más los horizontes y vemos que en la France y en los valles orientados al norte tienen, para variar, un espeso mar de nubes. Adelantamos algún grupo, subimos el primer resalte y paramos en una llanura elevada donde confluyen las areniscas con las andesitas que forman la cúpula cimera. Allí se ponen el arnés Marta y los dos críos -sarrio. Trepamos un poco y enseguida llegamos al paso equipado con una cadena que, por una placa inclinada, nos llevará al pie de la chimenea que da acceso a la cumbre. Esta chica, pa
ser que vive 190 m. sobre el nivel del mar, se maneja y gobierna por estos parajes como si fuera una auténtica capra pyrenaica. Chaime y Bizén, por su parte, no tienen tampoco ningún problema para subir por allí. La chimenea también se resuelve sin problemas y, en menos que silva una marmota, estamos arriba, a 2547 m. disfrutando de un día y unas vistas preciosas. Destaca, omnipresente y saliendo de entre las nubes, el Midi d'Ossau. Mucha gente en la cima y muchos más que suben. La zona de los ibones está ahora como pal concierto de Manu Chao. Hacemos fotos, disfrutamos de las vistas e iniciamos la bajada porque en esa punta, que debe tener 20 o 30 m2, empieza a haber ya demasiada gente. Nos cruzamos con muchos subiendo por la chimenea y en el pasamanos. allí somos testigos de la inconsciencia de un papi que lleva a sus niños (¿¿¿vais con arnes????. ¡¡¡si no hace falta!!!!, nos dice) parriba sin asegurar ni nada. Pues claro, buen hombre, claro que se puede pasar sin asegurar...incluso alguno podría pasar haciendo el pino-puente pero eso no es lo que hay que transmitir a los nenes...también se puede ir sin cinturon en el coche, incluso se puede conducir borracho, pero no es eso ¿verdad?. Porque aquí, en la high mountain, los errores se suelen pagar caros y lo que, en principio iba a ser un buen día para luego contarlo en la ofi a los compañeros en plan papi enrrolladote y coleguita se convierte en el peor de tu vida...y ya no habrá remedio. No, no hace falta arnés para el nene. En fin....
Bueno pues que nuestros críos e invitada si que se quitan el arnés para continuar hacia el collado y después otra vez a los ibones donde comemos rodeados de gente.
La vuelta la hacemos por la cabaña de la glera y por la pista homónima hasta el parking de Anayet. Luego, desandando el camino por la carretera otra vez al coche. Esta mañana había cuatro vehículos, contando a los nuestros. Ahora parece esto el parking del Carrefú en vísperas de navidad. El track, aunque es un camino sin pérdida posible, aquí.
Una vez cambiados, subimos a la frontière donde nos hidratamos convenientemente antes de emprender la bajada otra vez a nuestros respectivos lugares donde nos despedimos.
Marta se va el domingo a sus soleadas tierras mediterráneas no sin antes organizar otra salida en septiembre, esta vez a un monte un poco más alto...yes perdita, mesacha, te ha pillato a droga d'o mon. No cal luitar, no bin-ha de remeyo.
Hala pues...

lunes, 23 de julio de 2012

PUNTA SUELZA, 2973 m., DESDE EL COLLADO DE LA CRUZ DE GUARDIA

Que si al Balaitús por la diagonal, nos quedamos a dormir en el André Michaud y, al día siguiente, hacemos el Palas y pa casa. Que si vamos a la zona del Neouvielle que tú no la conoces, que si nos vamos a barranquiar que hace calor, que si han dado frío para el sábado pero bueno pal domingo. ¿Y si nos vamos, aprovechando la nueva carretera entre Yebra y Fiscal, a hacer algo por el valle de Bielsa??? ¡Chachi, tío! ¡Ya sé! ¡Punta Suelza! que hace días que decimos de ir. El caso es que para subir a esta punta, la mayoría sube desde el ibón de Ordiceto, por una pista que sale más arriba de Bielsa y te deja muy alto. Desde allí, apenas hay dos horas a la punta según las reseñas. Muy poco rato de actividad para tan largo viaje. Después de mirar mapas y tracks, nos decidimos a subir desde Serveto, por la pista de la Cruz de Guardia y hacer una circular. Así, de paso, conocemos esa zona por la que, todavía, no habíamos andado.
Salimos de Sabi con Kankel a las 6 de la mañana y en dos horas justas estamos andando después de pasar por Fiscal, Ainsa, Serveto y coger la pista de más de 11 km. que sube hasta el collado de la Cruz. Esta carretera nos a abierto múltiples posibilidades para hacer monte por estos valles sin tener que venir a dormir (eso, si nos siguen pagando a fin de mes, que lo estoy empezando a dudar, si no nos tenemos que vender el coche para comprar gasolina o si no tenemos que ir a trabajar por la comida y un pantalón cada seis meses). La pista, además, es apta, con cuidado, para cualquier coche.
En el collado, al salir del coche, hace un viento y un frío que pela. Empezamos a andar por la pista, ahora en suave descenso, hasta el refugio de Pardinas donde termina. Cientos de vacas, vaquitas, terneros y terneritas que tenemos que sortear pues, se nos quedan mirando pero pasan de apartarse pese a ir acompañados de una alimaña asesina y carnicera como es mi perro. A partir de aquí, prácticamente desaparece la senda pero hay abundantes hitos que nos encaminan a una ladera cubierta de hierba donde nos asomamos al valle de Barleto que cae en picao hacia el oeste. Prácticamente, desde aquí, se ve ya todo lo que nos queda; 500 m. de desnivel por una arista que baja desde la misma punta. Nos lo tomamos con calma, nos asomamos a un pequeño collado desde el que vemos los ibones de Barleto a nuestra izquierda y poco más arriba paramos a echar un bocao intentando protegernos del viento que lo hace abundante y frío. Un empentón más y llegamos debajo de la cúpula cimera. Hasta ahora habíamos andando por terreno de rocas metamórficas muy disgregadas y areniscas volcánicas del pérmico cubiertas de hierba. No parecía que estuviéramos a más de 2500 m. de altitud. Los últimos 150 m., sin embargo, son de caliza muy dura, muy erosionada y desnuda completamente de vegetación. Hay que apoyar las manos en algún punto pero, sin ningún problema, llegamos a la cima después de poco menos de tres horas desde el collado. Al ser un pico muy alto, y relativamente alejado del eje de la cordillera, las vistas son pasmosas. Por verse, se ve desde picos del Pirineo Catalán hasta montes tan alejados como Oroel, Oturia, Erata o Collarada. Por supuesto, el protagonismo se lo lleva el macizo de Mte. Perdido al oeste y el del Posets-Eristes al este. Al norte, por fin, destaca el macizo del Bachimala, los Culfredas y un espeso mar de nubes que cubre la France .
Ni un alma. Venían tres detrás nuestro pero no aparecen. Ya es pena, ya. Por 30 m. no llega esta peña a tener los 3000 m. y suponemos que, por eso, no será tan visitada como otros picos que sí que los tienen. Sin embargo, el paisaje y el paraje es de una belleza excepcional. Será por eso que el Gobierno de Oregón/Arramón, acostumbrados a meter la excavadora y la pilona en lugares de gran belleza, se fijaron en este pico, hace unos años, para hacer aquí otra estación de esquí en connivencia con algún empresario del valle Chistau que, hipnotizado ante la pujanza, el poderío, la modernidad, y los euros que corrían en otros valles pirenaicos, decidieron que ellos también, querían tener una estación de esquí a cambio de joder un paisaje privilegiado que, eso sí, solo recorren cuatro jipis y cuatro mochileros que comen de bocata y no dejan dinero. Claro que no lo hacían para ganar dinero, que va... los movía un fin tan altruista y filantrópico como sacar de la miseria a los cuatro aldeanos que viven en este valle todavía, con la boina a rosca, trayéndoles progreso en forma de aculturación, pilonas, pistas, cañones, apartamentos, hoteles y especulación. Afortunadamente, no hay mal que por bien no venga, la burbuja inmobiliaria, la prima de riesgo y el calentamiento global han mandado, esperemos que definitivamente, este proyecto a tomarpolculo.
La bajada la hacemos por la ladera oeste, cubierta de canchalera, hasta el collado a donde llega la ruta desde Ordiceto, para girar al sur y, tras pasar un escarpado por un paso clave, asomarnos al preciosos circo glaciar que alberga el ibón del Cao y bajar a orillas de los ibones de Barleto. Al perro le sale, delante de las narices, una perdiz nival y se pega un susto que paqué. Bordeamos el ibón inferior por la orilla derecha, traspasamos el umbral rocoso que los represa y volvemos por una ladera, con trazas de senda, otra vez a coger el camino de subida. De allí, desandando el camino de subida, al collado donde está el coche. Como todavía es pronto, pensamos que nos hemos ganado una comida como Dios manda en vez de una lata de sardinetas fría, ahora que, todavía, nos lo podemos permitir.(¡que barbaridad!, pensará alguno/a ¡unos pobretones comiendo de restaurante! Hay que subirles más el IVA a esta panda de muertos de hambre y ¡que se jodan!) Así que, nos encaminamos a Bielsa donde nos damos un homenaje a la salud de Punta Suelza en forma de ensalda de queso y entrecot poco hecho con guarnición de patatas, tomates y pimientos asados. De postre, tarta de naranja, cafeses y un orujico, que invita la casa. Ahora viene lo jodido. Dos horas de coche con la tripa llena. Afortunadamente, la animada conversación y el tráfico me mantienen despierto y operativo. Muy bien ha estado el día...El track, aquí
Hala pues...

jueves, 19 de julio de 2012

BARRANCO DE AINIELLE

Tarde tórrida, sofocante, cálida, veraniega...¿a dónde voy para celebrar que este gobierno, al que no he votado, me ha robado la paga de navidad y un 30 % de mi poder adquisitivo? ¿A dónde voy a ventilarme y dejar de oír hablar, durante un rato al menos, de la prima de riesgo, del rescate a los bancos y de las olimpiadas, el fútbol y la selección sub 21 de voley playa? Eso, sin contar las reducciones a los parados, a los jubilados y la vergüenza que supone tener que aguantar y pagarle el sueldo a tipejos/as como Montoro con su chulería y prepotencia o la malnacida hija de un acusado de tráfico de influencias, cohecho y fraude fiscal que tiene los cojones de gritar "que se jodan" a todos los parados de este país ¿a la piscina? Pues no me apetece mucho meterme en ese charco lleno de gente donde una sombra se cotiza a precio de oro. ¿En bici? ¿Y darle el gusto a alguno de que me pegue un lele con este calor?
Voy a hacer una actividad refrescante a la par que divertida. Lo malo es que voy solo, bueno, con el perro y no me voy a meter en un barranco ¿o sí?
Con el coche subo por la pista que sube desde Oliván hacia el Sobrepuerto. Lo dejo justo donde sale el camino indicado que va a Ainielle, pueblo que se hizo famoso hace unas décadas gracias a una excelente novela titulada "La lluvia amarilla". En apenas 20 min, y con un calor sofocante, me planto en el pueblo que, cada día, tiene menos que ofrecer. Recuerdo que una de mis primeras excursiones, allá en la más tierna adolescencia fue a allí. Se podía entrar en todas las casas, todas conservaban sus chimeneas y sus tejados, dormimos en la escuela y durante dos o tres días disfrutamos de la libertad de estar allí solos, sin padres ni nadie que te controlara. He vuelto, desde entonces, muchas veces y he constatado la irremediable desaparición del pueblo. La entropía tangible. Todo procede del caos y todo tiende a él.
Detrás de la iglesia sale un sendero, recientemente limpiado y señalizado, que nos lleva, en descenso, al molino. Se trata de un edificio extremadamente arcaico. Un molino como los que molían ya en la edad media y que apenas ha sufrido modificaciones. En él, se desarrolla uno de los episodios más dramáticos de la novela y son muchas las personas que preguntaban en Biescas de cómo llegar, tanto al pueblo, como al molino. De hecho, es muy difícil ir a Ainielle y no encontrar a nadie. Hoy, curiosamente, es uno de esos días. Hasta ahora no he encontrado a nadie aunque había un coche en el párking de abajo.
Empiezo a bajar barranco abajo. Lo recuerdo fácil y sin problemas (de hecho bajé una vez por allí con una cesta llena de hongos pero han pasado casi 20 años y en aquellas edades las cosas se veían diferentes) aunque en algún lugar he leído que hay un rápel de 11 m. Si es así, tendré que bordearlo por algún lado o darme la vuelta y subir otra vez. Apenas llevo cien metros de cauce andados cuando descubro (bueno en realidad las ha descubierto el Yeti) dos chicas como su madre las trajo al mundo. No hacen ni ademán de taparse. No esperábais a nadie hoy por aquí, ¿verdad? Pues...no. Oye, ¿cómo se llama este barranco?, me preguntan. La verdad que es una situación un poco extraña. No por que estén en pelotas si no por que parece que tengamos que hablar de algo por habernos juntado en ese paraje remoto. Al final, tras una conversación intrascendente, me despido. Tengo que llamar al Yeti que se empeña en estar con ellas. Como dice uno que trabaja conmigo...no hay perro que no se parezca al amo.
Bueno, pues el barranco es una sucesión de pequeños resaltes que se destrepan sin problemas, y tres o cuatro un poco más altos que tampoco requieren de ningún material específico. Currándotelo un poco no habría ni que pisar el agua. Sin embargo, me doy el gustazo de bajar por medio el cauce y de meterme, junto con el perro, en todas las marmitas que encuentro llenas de agua verde esmeralda y sorprendentemente fría. Sin problema ninguno, y mucho antes de lo que había previsto, estoy otra vez en el puente de la pista al lado del coche. Actividad maja y recomendable para una tarde tonta de verano. Mucho mejor que la piscina o que estar en casa viendo Intereconomía. El track (hoy he descubierto que el gipiese es aguático) aquí.
Hala pues...

miércoles, 11 de julio de 2012

INTENTO AL MONT-BLANC

Habíamos dejado a nuestros cuatro amiguitos protagonistas de esta historia contentos como crabas recién buquidas porque, gracias a los Dioses, a la suerte o al Sumo Hacedor, habían conseguido plaza en el inaccesible y selecto refugio de Gouter y porque las predicciones de la Maison de la Montagne y de la oficina de turismo de Chamonix anunciaban dos días buenos, tiempo más que suficiente para encaramarse al techo de los Alpes y, de paso, de toda Europa occidental que era, a la postre, para lo que habían ido a aquellos lejanos parajes tan distantes de sus soleadas y queridas montañas pirenaicas. Pero hete aquí que las cosas se tuercen ya desde aquella misma noche previa a la subida al refugio. Uno de ellos, no se sabe si por las galimbas, por la cena, por el cambio de aguas o vete a saber tú porqué, empieza aquella noche a expeler de su cuerpo serrano toda suerte de subproductos tanto sólidos como líquidos y gaseosos. Obviamente, el cuerpo que se le queda ya no es serrano si no que empieza ser más tirando a york y poco adecuado para comerse de tirón los 1683 m que hay desde el Col du Mont Lachat, (donde te deja el Tren de cremallera que este año no sube hasta nid d'Aigle por estar la vía en obras) hasta el refugio de Gouter donde pretenden dormir (o al menos descansar).
Así que son tres los que, a partir de ahora, iniciarán el ascenso desde la población de Saint Gervais. Primeramente cogen el tramway du Mont-Blanc, a decir de la publicidad el más alto de Europa. Por paisajes cambiantes e impresionantes y tras un recorrido de una hora donde han disfrutado de la presencia de una docena de japonesas (o chinas, o coreanas o tailandesas...) que les hacían fotos, a escondidas al principio y sin ningún pudor una vez que el tren ha parado, les ha dejado en el Col du Mont Lachat. Aquí se inicia el llamado camino de las Rognes, no siendo el camino habitual para subir al Mont Blanc por ser bastante más largo pero también (como constataron a la bajada) bastante más bonito. Al principio sube por una ladera cubierta de rododendros pero enseguida se alinea hacia el norte y empieza a subir con ganas. Los tres amiguitos van adelantando numerosos grupos, la mayoría de ellos germanos y rusos que, con mochilas como armarios roperos de tres cuerpos, suben a paso de catafracta romana (y con el mismo ruido de hierros y cachivaches). Llegan a una zona donde ven abundantes bucardos. Curiosos bichos estos. Los machos, reunidos en una manada, se dedican a sestear, comer, rascarse el lomo con los inmensos cuernos y lamerse los huevos de forma literal y reiterada mientras que las hembras, bastante más arriba, están cuidando de las crías nacidas, piensan, este año. Mismamente como muchos ejemplares humanos. A estos solo les falta una televisión que retrasmita la eurocopa y una galimba en las pezuñas. Comentando esta divertida metáfora faunística siguen subiendo por el camino que aprovecha diversas fajas, algunas de ellas talladas en la roca y equipadas con sirgas, hasta que salen a la zona llamada Desert de Pierre Ronde donde enlazan con la vía normal. Durante toda la subida han disfrutado de las vistas sobre l'Aiguille du Midi, de las Grandes Jorasses y de otras agujas y picos que, ahora, están empezando a desaparecer envueltas en grandes, hinchadas y feas nubes negras.
Con cierta aprensión, pero con el convencimiento de que la meteo es infalible en este territorio y les había augurado dos días de buen tiempo, nuestros amiguitos continúan ganando metros a la montaña hasta que llegan, después de una buena sudada, al refugio de Tête Rousse. Están ya en el mundo de la High mountain, no en vano, el refugio se sitúa a 3167, mucho más alto que la mayoría de los picos del Pirineo. Allí paran a comer. Portan alimentos para personas humanas dejando los geles, barritas energéticas y demás ponzoñas sintéticas para el día de cima. Así, le hacen homenaje a un kilo de queso de oveja, varias lonchas de jamón per cápita y a un chorizo regado con una cerveza comprada en el refugio a ¡¡¡5 Leuros la lata!!!!! Descansan un poco mientras miran con incredulidad la conocida como Aiguille du Gouter, por donde han de subir para llegar al refugio homónimo. Vista desde allí, parece imposible subir por aquella pared máxime cuando saben que los pasos más complicados no pasan de IIº. Con pereza, cruzan el glaciar de Tete Rousse y la zona de acampada libre y encaran la aguille. A los pocos minutos se topan con la famosa "bolera". Mucho habían oído y leido de aquella barranquera por la que caen piedras desde arriba siendo éstas las bolas y los montañeros que tratan de cruzar, los bolos. Pues, pese a la leyenda negra que acompaña a tan singular paraje, y después de un rato observando como pasaban, en una y otra dirección, varias cordadas no vieron caer una sola piedra con lo que cruzaron, con un ojo arriba y otro en el suelo, eso sí, con circunspección y parsimonia y sin usar la sirga que la atraviesa de lado a lado. A partír de aquí se suceden trepadas y más trepadas, por una pared aparentemente inacabable pero pintoresca y variada en cuanto a la presencia de las más diversas culturas del mundo, como si fuera aquello una reunión de la ONU o un festival de Pirineos Sur. Japoneses y japonesas, alemanes y alemanas, vascos y vascas, catalanes y valencianas, franceses y franceses, guías llevando a sus clientes como perritos atados de la cuerda.... circulan ante sus ojos mientras nuestros amiguitos salmodian, dependiendo del careto de los que bajan, Bon jour, Gut afternun o Gutentag. La mitad superior, más empinada, está equipada con sirgas y cuerdas fijas que los llevan, sin pérdida posible (si te despistas te despeñas) hasta el refugio de Gouter. Poco antes de llegar, la climatología (que como todo el mundo sabe se rige por sus propias leyes y no por lo que los humanos quieren) ya dejó claro que de los dos días buenos prometidos... los cojones. Pasamos, de repente y sin saber como, de subir en manga corta a nevar como lo hace aquí en enero y D. José A. Maldonado nos advierte que no salgamos de casa bajo ningún concepto. El refugio, lleno a rebosar, sigue siendo como la taberna de Mos Eisley en cuanto a tipos de lo más variado y peculiar. Se registran, colocan sus posesiones en los sitios señalados y se echan otra galimbilla de a 5 no incrementándose proporcionalmente, como se temían, el precio en función de la altura. Poco hay que hacer en un refugio colgado al borde del abismo a 3817 m. así que, hasta la hora de la cena que les dicen que será a las 18 h., reposan sus maltrechos huesos en los cubículos que les han sido adjudicados. Constatan que la media de edad de los residentes es notablemente alta, no siendo inferior, calculan a los cincuenta y bastantes años (o eso o esto de la montaña avieja mucho...). A las cinco y media se levantan, salen al exterior y ven que está nevando. Llaman al amiguito que se ha quedado en Chamonix para ver que tal está de sus achaques y, con consternación, les comunica que, hallándose bien de salud a Dios Gracias, había ido a la Maison de la montagne en donde, por arte de birlibirloque, la predicción meteorológica había cambiado como de la noche al día. Lo que ayer iba a a ser un día soleado y caluroso se había trocado en tormentas desde media noche y vientos de más de 80 km/h a 4000 m. Un día que, de estar en casa, lo dedicarían a ver la tele, leer o estar acurrucados con la parienta haciendo lo que les dejara hacer. (que sería, ver la tele o leer...). A veces, se abren las nubes y les dejan ver el nuevo refugio de Gouter, que se pondrá en marcha este año según les dijeron y que parece, visto desde allí, un ovni posado cuyos tripulantes les fueran a abducir para llevarles a una playa caribeña llena de palmeras con camareras ligeritas de ropa que les sirven mojit... ¡¡¡¡a cenar!!!!! .
La cena, para el sitio en el que están, es buenísima y abundantísima. Sopa de verdura, carne guisada con arroz, flan de chocolate y una perola de té reconfortan su cuerpo pero no su ánimo ya que las previsiones, conforme pasa el tiempo, son cada vez más desalentadoras.
Corrillos después de la cena, miradas afuera para ver como se forman enormes cumuloninbos y relampaguea en lontananza...se acuestan a las siete de la tarde, sin sueño en habitaciones petadas de gente que suspiran, cuchichean, roncan y bufan. No tienen claro si han dormido o no cuando, a las dos de la mañana, suenan los móviles y la gente se levanta como si hubiera un resorte en los colchones. Lo primero es mirar a fuera para ver como nieva y como el viento de aquella tarde se había convertido en un temporal. Un italiano dice a su lado mientras enciende un cigarro algo así como ¡Merda di tempo! Io torno a letto. Lo cierto es que, más de la mitad de los presentes se está preparando para salir y la otra mitad, se sienta a desayunar. Entre estos últimos están nuestros amiguitos que, visto lo visto, deciden definitivamente que no se la juegan, que no suben, que ni siquiera lo intentan y que ya vendrán, no saben ni como ni cuando, días para subir al Mont-Blanc o a otras montañas más cercanas. Ahora una vez desayunados a las dos y media de la mañana ¡Si les mandaran ir! tienen que decidir cuando bajan, si ahora, de noche, nevando, con niebla y viento pero sin nadie o más tarde cuando se haga de día y la gente que intenta el Mont Blanc se de la vuelta arriesgándose a recibir pedradas de todo calibre de los que bajen de Gouter o suban de Tête Rousse. Deciden bajar ahora. Son las tres de la mañana cuando encaran una bajada, negra como el alma de Cristóbal Montoro, con la única referencia de las luces de Saint Gervais que, de vez en cuando, aparecen entre la niebla para hacerles ver que, todavía, están a tomarpolculo de la civilización. La bajada resulta mucho más fácil de lo previsto. Con cuidado, evitando el hielo y la nieve recién caída, conforme bajan aminora notablemente el viento. Hasta se permiten echar al cuerpo un té que, a más de 3500 m. y a las cuatro de la mañana les sienta mejor que el mejor cubata que se hayan tomado jamás. Amanece justo cuando llegan a Tête Rousse donde no se detienen. A partír de allí, ya sin luz de frontal, desandan el camino de subida disfrutando de un espectáculo de luces y sombras difícil de olvidar. En vez de coger el camino de las Rognes, desobedeciendo ordenes de la Mairie de Saint Gervais y bajo pena de severas multas, cogen el camino del Desert de Pierre Ronde hasta la cerrada estación de Nid d'Aigle y de allí, por la vía en obras, a la estación de Mont Lachat donde cogen el primer tren que llega a las 9 en punto de la mañana. Poco más hay que relatar. Esta bonita historia está llegando ya a su final. A Sainte Gervais llega el amiguito de la tripita mala, afortunadamente ya repuesto, que los recoge en el coche y los lleva a Chamonix donde, pese a no haber consumado, se dan un homenaje culinario por su sitio, tarde de compras y turismo por Chamonix (donde visitan, entre otras cosas, el cementerio donde se dan cuenta lo poco que es el género humano frente a la montaña y que ésta no distingue de sexos ni nacionalidades ni edades) y vuelven a sus respectivas moradas al día siguiente dejando la población alpina de la misma manera que la encontraron; lloviendo y envuelta en el fragor de los truenos y los relámpagos (o al revés).
Llegados a Biescas, una cosa llamóles poderosamente la atención. Después de 2400 km por esas carreteras dieronse cuenta que no habían visto más que un coche de los Carabinieri en Italia y uno de la Gendarmerie que acudía raudo a un accidente en Francia. Sin embargo, nada más pasar la frontera del Portalet se cruzaron hasta tres coches de la Benemérita en apenas 25 km. Sintiéndose más seguros que nunca, pues de ninguna manera hay que pensar que los agentes beneméritos son meros cuerpos coercitivos y recaudadores para paliar la maltrecha economía de nuestro país, celebraron el fin de su aventura alpina con una buena cerveza a precio más que razonable visto lo visto y felices pues, pese a que les han subido la luz, el agua, el gas, el IVA y les han quitado la paga de navidad, han ganado,pobrecicos míos, la Eurocopa .
Hala pues...

lunes, 9 de julio de 2012

RESCATE Y FURBOL POR LUCIA ETXEBARRIA


No puedo evitar ponerlo:

Hace dos meses yo ya anuncié que iba a haber rescate en junio, y que el anuncio coincidiría con un partido de la Eurocopa. Lo anuncié en directo, frente a un micrófono, en el programa “ Julia en la Onda”, de Onda Cero.
No, no tengo bola de cristal. Leo THE ECONOMIST
Sigamos. Próximo rescate, Italia. Y según THE ECONOMIST, diario que recoge la opinión de prestigiosos economistas del mundo entero, esto puede suponer el fin de la Eurozona.
The Economist, The Independent, The Guardian, todos hablan de “bailout”. De Rescate. Aquí en España nos convencen de que no se trata de un rescate, sino de simple ayuda.
Por si no lo sabéis, las consecuencias del rescate van a ser las siguientes ( siempre según THE ECONOMIST) :

1. Si eres autónomo, date a la droga o te inicias en la meditación Zen. Lo vas a necesitar. Subida inmediata del IVA de hasta el 23% por ciento. ( Es lo que ha subido el IVA en Portugal, Irlanda y Grecia tras el Rescate)

2. Ve a trabajar andando y olvídate del gimnasio ( No lo ibas a poder pagar de todas formas) Va a hacer una subida ( aún mayor) del transporte público. Y no vas a ir en coche, claro, porque va a subir la gasolina y van a aumentar los peajes ( Bruselas específicamente ya ha pedido que aumente la tasa sobre carburantes y transporte)

3. No te pelees y los sábados no bebas o te drogues de más. Mejor que no tengas una bronca en la calle y te tengan que llevar a urgencias: Te tocará pagar. Unos 20 euros, más o menos. Se impondría el copago sanitario: en Grecia pagan 3€ por ir al médico y en Portugal 20€ por ir a urgencias.

4. Despido de empleados públicos por jubilaciones no cubiertas y despidos de contratos temporales. Se estima el despido de al menos medio millón de trabajadores del sector público.

5. El sueldo de los empleados público se reducirá hasta el 20%

6. Olvídate de estudiar una carrera. Se prevé una subida astronómica de las tasas universitaria y recorte de becas en educación. Estudiar arquitectura te saldrá por 6000 euros al año. Mejor te vas a Cambridge. Ah, los libros universitarios son caros. Y no se descargan.

7. Cuida a tu abuelita, porque se prevé una bajada drástica de las pensiones. También puedes ponerla a pedir en la puerta de un cajero

8. Habrá menos becas en educación. Ah, que ya lo había dicho.

9. Hazte ya con un DIU , no tengas más hijos. Si los tienes. Si no… No tengas hijos, Las guarderías públicas en Madrid ya han subido un 175%. Esperad lo mismo para el resto de España. Os va a dar igual lo que cuesten, dado que no obtendréis plaza, ya que van a reducirlas.

10. Vas a ir al paro, hazte a la idea. En Grecia el paro, tras el rescate, se ha duplicado en 2 años, pasando del 12,2% al 21,7%.. ¿ Por qué? Por una razón simple: Cuando desciende el consumo, desciende la creación de empleo.

11. Y si consigues trabajar lo vas a tener muuuy jodido. Se prevé Reducción de salarios de un 30% ( Es lo que han descendido los salarios en Portugal, Irlanda y Grecia tras el Rescate)

12. Recordad que gran parte del dinero del rescate se irá a pagar las jubilaciones millonarias a los mismos banqueros que han arruinado el país: 14 millones de euros a Aurelio Izquierdo, que se cargó Bankia ( para muestra un botón).

13. Aprende a follar a oscuras: Subirá la tarifa de la luz. Acabar con el déficit de tarifa eléctrica con nuevas subidas en el recibo de la luz.

14. Deja de fumar y de beber: Inmninente aumento de los impuestos especiales sobre el tabaco y el alcohol. Bruselas señala que los ingresos por estos impuestos en España son relativamente bajos y lo mismo ocurre con las tasas medioambientales y sobre los carburantes para el transporte.

15. Hazte ateo. O budista. O rastafari. La Iglesia católica va a seguir sin pagar IBI. Pero a ti te lo van a subir.

Pero a ti no te importa, chavalote, tu ya follas a oscuras de todas formas (cuando follas) ni se te ocurra estudiar una carrera y vive con tus padres. O sí, piensas estudiarla porque tu papá es banquero y él sí que puede pagarte los 6000 euros de carrera ( más los libros, no olvides lo que cuestan los libros). A ti lo que te importa es la Roja. Guay. A ti te la sopla que los clubes españoles deban a Hacienda y a la Seguridad Social nada menos que 5.000 millones de euros del ala, y que con 3.000 habríamos podido salvar la Sanidad ( Ya puestos, la habríamos podido salvar con los 3.000 millones del IVA de la Iglesia)
Estupendo tío, vale, guay, como mola.
Hay que ser gañán, ganapán y gilipollas.
En fin, que yo no apoyo a la Roja porque hoy ME DA PENA Y VERGÜENZA SER ESPAÑOLA.
No tengo el coño pa ruidos ni la cabeza para cortinas de humo patrióticas.
Y conste que a mí me gusta el fútbol.

domingo, 8 de julio de 2012

GRAN PARADISO 4061 m.

Pues esto era cuatro amiguitos montañeros que, un buen día, decidieron irse a los Alpes a ver esas montañas tan altas, tan altas que dicen que hay por ahí y a intentar subirlas antes de que un ogro muy malo llamado Rajoy y una bruja muy mala, muy mala llamada Merkel montaran un corralito, les quitaran las pocas perras que tenían ganadas con el sudor de sus frentes y de sus cerebros y no les dejaran circular libremente por este continente mismamente como pasaba en la edad media cuando la sociedad, como pasará dentro de muy poco, se dividía en señores y siervos.
Así pues, a las cinco de la mañana del domingo 1 de julio montaron en su carruaje y se tragaron de tacada 1005 km. en 12 horas. De ellos, 900 fueron lloviendo. Pero no era lluvia normal, no. Aquello fue la primera entrega del diluvio universal. Hubo ratos que, estos cuatro amiguitos, se acongojaron al ver como el agua que caía no dejaba ver la carretera a más de dos metros de distancia y provocaba un bonito y desconcertante fenómeno llamado "aquaplaning" que consiste en que el carruaje va a donde le pasa por los cojones y no a donde quiere su conductor.
Con este tiempo y, cosa curiosa, sin percances reseñables, llegaron a la bonita población de Chamonix donde, como había estado pasando durante todo su viaje, el cielo amenazaba en caérseles sobre sus cabezas en forma de diluvio, rayos, truenos y centellas.
Aunque habían pensado en quedarse en un cámping, las condiciones climáticas aconsejaban buscar algo más sólido para dormir que una tienda de campaña no fuera a ser que, aprovechando la tempestad que rugía y rugía, llegara un loba malííííísima llamada Soraya que amenazaba con subirles el IVA, el gas, la luz y soplar y soplar hasta tirar las tiendas dejerlos a merced de los elementos.
Así que buscaron una Gîte llamada Le Chamoniard Volant donde los recibieron muy bien y donde, a un precio razonable, estuvieron a salvo de la loba y de los elementos desencadenados.
Lo primero que hicieron estos amiguitos, una vez llegados a su destino, fue ir a la conocida como Maison de la Montagne donde, les había dicho, señores listos como el hambre con ordenadores gordos y potentes como mi...mi..., bueno da igual, acertaban con la previsión del tiempo con un margen de error de 0 %. Grande fue la alegría de los amiguitos cuando vieron que tras dos días de lluvias y tormentas, el sol se abriría paso entre las nubes dando cuatro días estivales con chaleur, soleil voilé et vent de Sud-Ouest forcissant. Contentos como unas castañuelas, se fueron a cenar y, después, pese a que solo a uno le gustaba el fútbol, fueron a ver el partido de la Roja en un bar. Fijaros si eran montañeros aguerridos y valientes aquellos amiguitos que, para ver el partido de España-Italia, se metieron en un bar lleno de italianos vociferantes y medio bolingas. No solo eso, cuando España marcaba gol, uno de ellos, el que le gustaba el fútbol, saltaba y gesticulaba ante la mirada asesina de los italianos y el acojono de sus compañeros pues veían que, aquella actitud, les iba a acarrear más de un disgusto.
Afortunadamente, la segunda parte, la vieron en otro garito donde el ambiente era bastante más relajado y tranquilo. Hasta coincidieron (qué pequeño es el mundo) con un tipo cuya madre era ¡¡¡De Panticosa!!!, casado con una francesa y residente en Niza...manda güebos.
Al día siguiente, la previsón se cumplió a pies juntillas. Agua, truenos y rayos (o al revés. Creo que primero viene el rayo y luego el trueno, pero es que se juntaban unos con otros) los acompañaron a coger la carretera que pasa a Italia a través del túnel del Mont-Blanc que, como su propio nombre indica, atraviesa el Mont-Blanc de oeste a este previo pago de más de 40 € en concepto de pontazgo, peaje y estipendio a una trabajadora, italiana para más señas, que les da las congratuleisons for de fútbol al ver que son y hablan el idioma del ínclito Paco Martínez Soria, pese a sus esfuerzos por pasar desapercibidos en un país que, aquél día, se mostraba abiertamente hispanófobo.
La bajada por el valle de Aosta la hacen, como no podía ser de otra manera, en medio de una tempestad de la que pensaban se iban a librar ya que las montañas, al menos las que ellos conocían, se comportan como barreras ante los frentes de lluvias y 4810 m. es una altura más que suficiente para que el puto frente asociado a una borrasca en las británicas se quedara echando agua en la France y no en Italia. Por todo ello, se quedaron con ganas de entrar en alguno de los pintorescos pueblos que dejaban raudos a lo largo de la carretera donde veían, entre brumas, nieblas y relámpagos, la silueta de preciosas iglesias medievales y de castillos donde vivirían adorables princesas dispuestas a casarse con el primer sapo que llamara a su puerta. Mas, como los cuatro amiguitos eran republicanos y las princesas, si estaban buenas, solo las querrían para...estooooo.... bueno, para lo que sea, se desviaron por un valle lateral llamado de Valsavarenche hasta un lugar llamado Pont donde termina la carretera y empieza la ascensión propiamente dicha.
Aparcar, jugar al tetris con las mochilas en el maletero del coche y equiparse lo hicieron rápido, con un ojo puesto en el material y otro en el cielo pues, aunque había dejado de llover, seguía muy nublado lo que les provocaba un aspecto extraño, como de camaleones bípedos con grandes caparazones a la espalda.
El camino sigue la orilla de un río, que baja crecido y tumultuoso debido a las lluvias y al deshielo, y luego emprende una subida criminal que, en medio de preciosos bosques de alerces, los lleva al refugio de Vittorio Emanuele II. Dos horas y media les costó subir a los protagonistas de nuestra historia en las que salió el sol, llovió e incluso hizo amagos de nevar.
El primer saludo de la guardesa del refugio fue algo así como ¡Spañolo! ¡Cuatrozero! Madre de Dios. Esta noche nos van a dar agua del barranco para cenar, pensaron los amiguitos. Sin embargo no fue así, salvo porque los metieron en una especie de barracón frío y húmedo en vez de en una habitación seca y con calefacción, fueron tratados de maravilla por el personal del refugio y por todos los habitantes que en él moraban que, dicho sea de paso, eran muchos. Abundaban los italianos y los franceses, pero tampoco faltaban los teutones, los austriacos y los rusos llegados de más allá de los oscuros bosques boreales. Tuvieron toda la tarde para dormir, vegetar, hablar (o intentarlo al menos) con unos y con otros y hacer amistad con un guía, Javier, originario de Almendroland...de Zaragoza que pretendía llevar a una pareja, él argentino, ella venezolana, a lo más alto de Italia. Porque sí, queridos y queridas amiguitos y amiguitas, el Gran Paradiso, que era a donde se encaminaba toda esa gente, es el pico de más de 4000 m. situado íntegramente en Italia y un paso, casi inexcusable, para emprender mayores retos en esas montañas alpinas. La cena, como para una boda, consistió en un hermoso trozo de queso, una sopa de verduras y un plato de spaguetti con queso regados con abundante agua y vino. De postre, chocolate o helado, a elegir.
Se metieron en sus lechos y durmieron como benditos esperando que, el día siguiente, fuera más propicio que el precedente meteorológicamente hablando.
Y vaya si lo fue....a las cinco de la mañana suenan los móviles y, al asomar la cabeza por la puerta, nuestros amiguitos ven que el día va a ser radiante, espléndido, maravilloso ¡is a wonderful day! grita un tío que ha salido también a ver amanecer. Desayunan rápidamente, preparan las mochilas y salen del refugio siendo los últimos en hacerlo. Una larga hilera de luces trepa ya, por la morrena del glaciar, delante de ellos.
Poco les cuesta alcanzar a los más rezagados, justo en el sitio donde termina la piedra y empieza la nieve lo que les obliga a colocarse los arneses, punchos, cascos y demás aditamentos propios y necesarios para moverse con seguridad por ese mundo blanco, frío y glaciar.
La subida fue suave y sin demasiadas complicaciones. Atrás iban dejando diferentes cordadas que iban mucho más lentos ya que ellos, valientes, decididos y arriesgados, decidieron ir por libre, sin encordarse. El paisaje empieza a crecer y del horizonte surgen montañas innominadas y anónimas para nuestros amiguitos. Todas menos una. Al fondo, al noroeste, el Mont-Blanc surge altivo y orgulloso sobre un mar de nubes que lo circunda. La huella deja unos enormes seracs a la izquierda, se encarama a un lomo desde el que se aprecia el resto de subida y realiza un flanqueo hasta situarse al pie de un espolón rocoso que constituye la cima cimera de la montaña. Para acceder a ella, concurridísima y presidida por una Madonna de marmol, se hace un formidable tapón de gente donde los germanos, los austriacos y algunos guías arrastrando a sus clientes pasan por encima de lo que haya que pasar con sus botas last generation armadas con crampones de 1800 puntas. Aunque el paso no es difícil, la prudencia, los empujones y la mala educación de algunos hace aconsejable quedarse a tres metros de la Madonna justo donde una placa les recuerda que están en una punta dedicada a Notre Dame des Follers, advocación mucho más acorde con el temperamento y las querencias de nuestros amiguitos...o no.
Fotos, algún poco de comida y se inicia la bajada. Como si el esfuerzo de llegar hasta aquí, en kilómetros, horas, dinero y sudores no hubiera sido nada, nuestros amiguitos bajan contentos pues, no en vano, se han desvirgado o desprecintado en esto de subir montañas que rebasan los 4000 m de altura.
La bajada se hace muy bien y en bastante menos tiempo de lo que cuesta subir. Las larguísimas palas de nieve ahora son toboganes por los que se deslizan sin esfuerzo hasta llegar a una zona donde, el calor casi asfixinate, hace que se despojen de goretex, guantes, cubrepantalones y demás quedándose en manga corta ante la atónita mirada de algunos de los que les precedían y los sucedían.
Llegados al refugio, con la terraza concurridísima de montañeros y domingueros que disfrutan del sol, uno de nuestros amiguitos descubre con creciente frustración, mosqueo, cabreo, enojo y exasperación que, cuando se ha quitado la ropa y demás aditamentos que lo cubrían, ha debido perder el gipiese que los había guiado hasta la cumbre y en el que, para colmo de males, estaban grabadas numerosas rutas para los días siguientes. Jurando en arameo antiguo, emprende acompañado de otro compañero el camino de vuelta, esta vez sin mochila a la espalda y sin esperanzas de encontrar el aparato en cuestión. Apenas andan unos metros cuando una francesa viéndolos, sin mochila y casi sin ropa correr rápidos por encima de las piedras de la morrena, les pregunta si no habrán perdido ustedes un GPS. A nuestros amiguitos se les saltaban las lágrimas, no tanto por haber recuperado el preciado aparato (que también) si no por constatar que, en este mundo lleno de hijos de puta que están dispuestos a desahuciarte a tí, a tu mujer, a tus tres churrumbeles, a la abuela paralítica y al canario por no pagar dos cuotas de la hipoteca o a tirarte al vacío para llegar ellos a la cumbre, también hay personas honradas, sanas y de buen corazón que se encuentran un chisme de 150€ y lo devuelven sin importarles quién eres. Con los ojos llenos de lágrimas, nuestro amiguito le estampa dos besos a la chica en cuestión mientras recita merci, merci, merci, como un mantra ante la atónita mirada de su compañero de fatigas que no debe entender muy bien lo que está pasando.
Vueltos al refugio, ante la incredulidad del resto de sus compañeros, relatan lo acontecido, comen un poco, pagan la minuta e inician la bajada rápidamente de forma y manera que los talones les pegaban en el culo y, en apenas hora y media, están otra vez en el coche dispuestos a volver a Chamonix para buscar, por este orden, alojamiento, previsión meteorológica y medio litro de cerveza.
El alojamiento, nuevamente, lo encuentran en Le Chamoniard Volant, la previsión, buena para dos día, la encuentran en la Maison de la Montagne y la galimba en cualquiera de los bares con los que cuenta esta pintoresca población. Solo hay un problema, no hay forma de encontrar alojamiento en ninguno de los refugios que circundan el Mont-Blanc, monte al que pretenden conquistar, crecidos, ufanos y altaneros como están después de sus recientes logros por el país transalpino.

Nuevamente la suerte, el Sumo Hacedor o los dioses, cada uno tiene su propia teoría al respecto después de lo del gps y algunas cosas más que sería prolijo enumerar, viene a aliarse con nuestros amiguitos. Aparece Javier, el guía almendr....de Zaragoza y les dice que sus clientes se han rajado después del Paradiso y que tiene tres plazas libres en el refugio de Gouter.

Ojipláticos, nuestros amiguitos, no pueden creerse que tengan plaza en un refugio en el que es prácticamente imposible encontrar sitio y que supone una de las vías más fáciles y menos comprometidas para subirse a la chepa del gigante de los Alpes. Llaman al refugio, hacen las gestiones pertinentes y si señor, tienen cuatro plazas en Gouter, tres en cama y uno en el comedor encima de una mesa, tienen buen tiempo para dos días y tienen grandes posibilidades de alcanzar una meta largamente ansiada, el Mont-Blanc...

Continuará...

Hala pues...